Soñar es un acto político
Entre Supertramp, la radio y la dictadura, descubrí que el diseño de nuestras vidas empieza en la imaginación.
Algunas veces una canción no solo te acompaña: te sostiene en tus momentos más difíciles y solitarios del alma. En mi caso particular “Dreamer” de Supertramp no era simplemente una melodía popular en mi radio; era un reflejo de mi ser interior y una brisa suave que se colaba por la ventana de mi habitación.
Recuerdo escucharla desde mi casa en Valparaíso –en Radio Concierto de Viña del Mar– durante una época en Chile marcada por el miedo constante. Soñar se tornaba casi como un acto temerario en aquellos días turbulentos y peligrosos, pero aún así era algo que no podía evitar hacer.
Hubo algo liberador en las canciones inglesas que llegaban por la radio. "Sabes que eres un soñador...” — y sí lo sabía. Soñaba con la libertad. No con grandilocuentes discursos ni promesas vacías, sino con cosas simples: caminar sin prisa, pensar de manera diferente y crear sin restricciones. Soñaba con tener la capacidad de elegir, vivir sin temor, callar o renunciar.
No me suelen gustar los gatos; sin embargo “Year of the cat” (que trata sobre un encuentro que descoloca y transforma) también me impactaba de alguna manera especial. Poseía una sensación de suspensión en el aire, como si todo se desarrollara como en una escena de película en cámara lenta. Habían canciones que sugerían la posibilidad de otra existencia, no necesariamente perfecta pero definitivamente más cercana al ser humano.
Con el paso del tiempo me di cuenta de que esa motivación para soñar se transformó en creación: creación de conceptos, de entornos, de vivencias... pero principalmente, creación de porvenir. Porque, por más pomposa que suene la idea, diseñar implica imaginar la existencia de otro mundo. Y ese actuar, aunque sea sin pronunciar palabras, continúa siendo una acción sumamente política.
En la actualidad no soy aquel chico de los años setenta que contemplaba el mar escuchando música en sus auriculares; sin embargo mantengo la misma convicción de que es fundamental celebrar nuestras diferencias y cuidar la democracia diariamente. Además creo firmemente que el amor por los demás puede ser auténtico sin necesidad de caer en la ingenuidad.
Quizás estas palabras sean solo un breve apunte, pero si tú también fuiste de los que soñaron en épocas difíciles — o si en este preciso momento estás soñando entre el bullicio digital — aquí tienes un abrazo virtual, a pesar de no conocerte personalmente ni compartir las mismas ideas.
En realidad los soñadores no buscan estar en lo correcto; buscamos vivir con propósito.